Las empresas con valores tienen más exito porque quien adquiere un bien o servicio da cada vez más importancia a estas cuestiones. Aquí te indicamos las principales claves...
Una empresa es mucho más que una persona jurídica. Es una entidad que opera en el mercado y que se relaciona con otras compañías y con la clientela. Para hacerlo, se ha dotado a sí misma de una personalidad que la convierte en un sujeto único.
En el desarrollo de esa personalidad influyen de manera directa los valores empresariales, que son ese conjunto de factores que guían las decisiones que se toman en el negocio y la forma de actuar de la entidad.
Esta ética empresarial es una parte fundamental de la cultura empresarial, y de ella derivan cuestiones como los objetivos que persigue la compañía y las formas en las que espera conseguirlos. Una vez definidos, los valores de una empresa estarán presentes en todas las estrategias y acciones que esta lleve a cabo.
Todas las empresas éticas tienen unos valores claramente definidos que siguen al pie de la letra, y suelen poner en marcha programas de Responsabilidad Social Corporativa (RSC), pero no estamos hablando de lo mismo.
La Responsabilidad Social Corporativa es una dimensión más de la cultura de la organización, y está estrechamente ligada con los valores que esta propugna.
Podríamos decir que la RSC es una de las formas a través de las que la entidad convierte sus valores en una realidad. Por ejemplo, siendo una empresa sostenible.
La filosofía o cultura de la empresa define quién es esta dentro del mercado, le da una identidad propia. Cuanto más se identifiquen los consumidores con los valores que defiende una marca, más dispuestos estarán a adquirir sus productos o servicios.
La ética empresarial funciona como una herramienta más de marketing a la hora de atraer clientela, pero consigue ir un poco más allá. Porque logra algo que es especialmente complicado: la fidelización.
Si una persona se identifica con lo que una empresa defiende, será muy complicado que llegue el momento en que decida adquirir sus productos o servicios en otra empresa competidora, porque sentirá lealtad.
Además, los valores de una empresa ayudan a esta a crear su camino hacia el éxito. Marcan una especie de senda que va definiendo la forma de actuar en cada momento, y que contribuye a fortalecer los vínculos con la clientela.
En este sentido, los valores empresariales también resultan especialmente útiles para quienes trabajan en el negocio, porque les ayudan a tener más claro qué es lo que se espera de ellos. Incluso pueden ayudar al equipo de gestión de Recursos Humanos a la hora de encontrar los perfiles laborales que mejor se ajustan a la ética empresarial.
Revisando algunos ejemplos de Responsabilidad Social Corporativa en España, podemos apreciar que esta está impregnada de los valores de la empresa, pero también de su misión y visión, que son conceptos que conviene tener claros para no confundirlos.
La misión de una empresa se puede definir como su razón de ser: el motivo o motivos que han llevado a su creación. A partir de ahí, la entidad debe trazar su propio camino, y para ello recurre a la visión.
La visión empresarial es lo que esta desea alcanzar a largo plazo, las metas que desea lograr, aquello a lo que aspira en convertirse. Este objetivo a largo plazo se convierte en algo esencial a la hora de tomar decisiones estratégicas.
Por último están los valores de una empresa, que derivan de su propia razón de ser (su misión) e influyen en lo que esta desea llegar a ser y cómo aspira a conseguirlo (su visión). A partir de ellos, se juzga hasta qué punto la actuación de la empresa es acorde a su razón de existir y en qué grado esto le permite seguir avanzando hasta lo que quiere lograr.
Los valores de una compañía aparecen ya definidos en el plan de empresa, pero es importante tener en cuenta que pueden cambiar. Por eso, una vez que el negocio está en marcha, conviene revisar si hay una verdadera coincidencia entre lo que se expresó en su momento sobre el papel, y los valores que realmente están presentes en el actuar de la organización.
A partir de ese momento, ya se puede establecer un conjunto de prioridades, e incluso de incompatibilidades. Hay que ordenar los valores según su importancia y empezar a trabajar para que queden bien internalizados e impregnen la cultura de la empresa.
Promover los valores dentro de la empresa es responsabilidad de los líderes. Son estos los que deben dar ejemplo y actuar de conformidad a lo que se está propugnando.
Cuando estos principios éticos han calado bien dentro de la organización, es hora de empezar a proyectarlos hacia afuera, y para eso es necesario contar con una buena política de comunicación. En este punto se pueden empezar a poner en marcha acciones de Responsabilidad Social Corporativa para que el público sea más consciente de los valores que defiende esa compañía. También pueden ayudar otros elementos como la comunicación directa a través de las redes sociales.
Han ido variando con el paso del tiempo porque el cambio en la sociedad ha generado nuevas necesidades asociadas a diferentes principios éticos. Definirlos todos los valores de una empresa es una labor complicada, pero estos son siete de los más habituales en todo tipo de negocios:
Pasión: entendida como el motor o la motivación que impulsa a hacer algo.
Excelencia: implica el constante deseo de seguir mejorando, y trabajar para lograr este objetivo.
Calidad: supone ofrecer un producto o servicio que sea lo mejor posible.
Flexibilidad: las empresas ya no quieren ser inmutables, sino capaces de adaptarse a los nuevos tiempos para poder sobrevivir, aunque sin perder nunca su esencia.
Inclusión: la entidad se percibe como un foco de oportunidades para todo tipo de personas, sin que nadie quede excluido.
Honestidad: la transparencia, la sinceridad y la franqueza se han convertido en un objetivo a alcanzar por todas las empresas.
Competitividad: lejos de su connotación negativa, la competitividad es un valor que impulsa a las empresas a seguir mejorando para destacar entre el resto.
Los valores de una empresa son esenciales para su desarrollo y de vital importancia en su relación con la clientela. Su definición e implantación es tarea de los líderes. Si te apasiona este campo, puedes formarte con nuestro Bachelor en Administración de Empresas.