Se trata de implementar un sistema estandarizado de gestión de los riesgos de daño que provoca una determinada actividad empresarial. Una herramienta de excepcional valor y que abre abre una interesante vía para el desarrollo profesional de quienes tengáis una clara vocación medioambiental.
Las auditorías ambientales sirven, como adelantábamos, para medir el impacto que una empresa puede dejar en el entorno natural donde actúa. Contar con esa información fiable es imprescindible, además, para poder tomar medidas que impidan que se llegue a dañar el medio ambiente. Otra vertiente importante de estas auditorías es valorar la eficiencia energética de una empresa y cómo se puede mejorar. Desde luego, hay muchas razones para que una empresa se someta a una auditoría ambiental. Estos son algunos de sus principales beneficios:
Proporciona información fiable y detallada en la que basar futuras acciones y decisiones empresariales.
Constatación de que se cumple la normativa vigente, de manera que se evita caer en sanciones administrativas o multas.
Una reducción de costes en materias tan sensibles como la energética, ya que se mejora la eficiencia y hay un mejor aprovechamiento de los recursos.
Mejoran los niveles de competitividad.
Aumento de la reputación y de la imagen de la empresa, lo que influye en el posicionamiento en el mercado. Además, es un aspecto muy influyente en las relaciones con proveedores y clientes.
Las auditorías ambientales se pueden realizar de manera particular. Pero, el hecho de que exista una norma aceptada por todos, en la que se marca un Sistema de Gestión Ambiental (SGA) compartido, genera una mayor fiabilidad. Y puede utilizarse para demostrar que se cumplen los requisitos exigidos por las leyes para la protección del medioambiente, porque se reconocen sus resultados.
Una auditoría medioambiental es un proceso flexible. Entre otras razones, porque se tiene que adaptar a la naturaleza y características específicas de cada empresa. Pero, también, debe responder a un esquema mínimo compartido para que sean comparables los resultados obtenidos por todas ellas.
Básicamente, estas son las fases de una auditoría ambiental
Se elige al auditor ambiental que será responsable de la auditoría y, en su caso, al equipo colaborador. Su primera tarea es planificar cómo se va a desarrollar el procedimiento y la metodología que se seguirá.
Antes de llegar al análisis en directo, el auditor ambiental tiene que revisar documentación muy variada, desde la política ambiental de la empresa, hasta los procedimientos que tiene para cumplirla. Por supuesto, hay que comprobar que se dispone de los permisos legales pertinentes y que están vigentes.
Tras la revisión de la parte burocrática, llega el momento de realizar la auditoría in situ. Normalmente, el auditor ambiental sigue este esquema:
Aviso previo de la fecha, hora y alcance de la auditoría.
Apertura, en la que se anuncian las reglas y metodología que se usarán.
Proceso de evaluación del Sistema de Gestión Ambiental.
Comunicación del cierre de la auditoría.
El auditor ambiental expone en un documento detallado, los resultados de la auditoría. Además, propone soluciones en los aspectos en los que la empresa tiene fallos o dónde hay margen de mejora.
El profesional que se ocupa de realizar esos análisis es el auditor ambiental. Sin duda, un valioso aliado para las empresas, que pueden desarrollar e implementar estrategias de gestión medioambiental más eficaces, gracias a las conclusiones de estos estudios. Es un trabajo apasionante, desde luego, en el que cada nuevo proyecto es un reto.
La tarea concreta de un auditor ambiental varía dependiendo de la empresa, de su tamaño, del tipo de actividad o de lo avanzada que esté en políticas medioambientales. Esta diversidad de funciones afecta, como es lógico, al salario del auditor ambiental. Pero, para que te puedas hacer una idea inicial, la media se fija actualmente en el entorno de los 34.000 euros brutos anuales.
Es verdad que, hasta hace unos años, la realización de las auditorías ambientales se dejaba en manos de profesionales con perfiles muy variados. Incluso, se hacía responsable a algún cargo de la propia empresa. Afortunadamente, es una tendencia que va en declive.
Hoy, las empresas requieren de profesionales con conocimientos específicos en estas materias. De hecho, es una de las salidas laborales que tienen las personas con estudios en Ciencias Ambientales. Hay otras opciones como completar tus estudios con un máster o curso en Gestión Ambiental. Pero, es una formación más limitada que la citada anteriormente.
La formación en Ciencias Ambientales debe ser exhaustiva y versátil, porque se ocupa de tareas muy diversas como:
Revisión de los procedimientos que se aplican en la auditoría ambiental.
Visitas directas para comprobar el funcionamiento de los controles operativos.
Realización de entrevistas al personal y directivos de la empresa.
Supervisión de la documentación.
Verificación del cumplimiento de la normativa.
Presentación de informes en los que se expongan las conclusiones de la auditoría y, sobre todo, se hagan propuestas de mejora en los aspectos deficientes. La formación medioambiental adquiere toda su importancia en este punto, en el que se necesitan conocimientos en asuntos como el tratamiento de aguas y residuos o la sostenibilidad energética.
Si te inclinas por estudiar el Bachelor en Ciencias Ambientales que te proponemos en la Universitat Carlemany, una de las salidas profesionales a las que podrás optar es la de auditor ambiental. Se trata de unos estudios que te permiten tener unos conocimientos científicos amplios en materia de medio ambiente, que podrás aplicar en ese día a día laboral.