En los últimos años, hemos escuchado hablar a menudo de la sostenibilidad empresarial y de la RSC, que tienen una relación bidireccional y están relacionadas. Aunque la sostenibilidad es un concepto más ambicioso, no está de más definirlas correctamente, como se hace en un Bachelor en Administración de Empresas. Veamos:
La idea de sostenibilidad en las empresas se aplica para aquellas que buscan generar riqueza y que el impacto de su actividad no sea negativo en el entorno en el largo plazo. Es decir, que no se comprometan los recursos disponibles como consecuencia de sus actuaciones. Una empresa sostenible, por ejemplo, asumirá los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) de la ONU y los aplicará en su operativa cotidiana. El objetivo es alcanzar el triple resultado: resultados financieros positivos, bienestar de las personas y del planeta.
Este elemento tiene que ser parte de la cultura organizacional de la empresa. El motivo es evidente: es una apuesta estratégica a largo plazo. Se pueden incorporar novedades en marcha, sí, pero al definir la misión, visión y valores es conveniente dejarlo claro.
La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) se refiere a aquellas acciones que una empresa hace para ser responsable con el entorno. Obviamente, si una compañía busca ser sostenible, debe realizar acciones responsables, aunque estas serían puntuales. Sin embargo, la realidad es que la RSC lleva a la sostenibilidad. Por eso, la mayoría de las empresas utilizan este concepto como palanca del anterior.
Las empresas pueden implementar estrategias sostenibles que, además, son socialmente responsables. Eso sí, cada ecosistema empresarial es un mundo y hay estrategias que no se pueden aplicar en determinados casos, lo asumimos. Dicho esto, si se quiere lograr el triple resultado, estas pautas son idóneas para alcanzar el éxito:
El fomento de la economía verde se aplica de varias maneras. En primer lugar, apostando claramente por los productos reciclados y reciclables. Por otra parte, introduciendo elementos como el control del consumo energético, aprovechando el calor y la luz naturales. Asimismo, automatizando todas aquellas actividades que se puedan automatizar. Y, finalmente, priorizando el trato con proveedores de proximidad. Todo ello contribuirá a reducir de una forma decisiva la huella de carbono.
Fomentar la economía verde exige renovarse constantemente. Las tecnologías de reciclaje o de ahorro de la energía se renuevan año a año. Pero, si se gestiona correctamente este punto, hay otras estrategias de sostenibilidad más fáciles de aplicar.
En las empresas medianas y grandes, es posible implementar programas de voluntariado y colaboración con algunas ONG. Por ejemplo, con los bancos de alimentos locales o con organizaciones ambientalistas o animalistas. De esta manera, la empresa pone su grano de arena en la sostenibilidad a medio y largo plazo.
Los programas de voluntariado son, igualmente, una forma de implicar al personal y motivarlo. Si son voluntarios, es algo que ayuda a que se sientan parte de algo más que un negocio.
Hemos hablado antes de los proveedores de proximidad, ese es un punto decisivo. Además, es fundamental que estos proveedores sean socialmente responsables, tanto en sus procesos de fabricación como en su trato con el personal. Para verificarlo, existen certificaciones de estándares de responsabilidad social. Algunas grandes empresas como Inditex o Danone aplican estas políticas.
Este punto exige conocimiento de las políticas y procedimientos de los proveedores. Además, este es un punto que se puede vender al público y que, por lo general, este valora. Cada vez más, el consumidor tiene conciencia social y sabe del poder que posee decidiendo comprar.
La inclusividad y la conciliación contribuyen a la sostenibilidad de varias maneras. En primer lugar, porque las políticas inclusivas van más allá de la no discriminación, facilitando que personas con diversidad funcional o pertenecientes a colectivos vulnerables tengan una proyección laboral. La conciliación sirve, igualmente, para reducir desplazamientos y mejorar el bienestar de las personas que trabajan en la empresa sin comprometer la productividad.
Definitivamente, las políticas de Recursos Humanos deben valorar estos factores. Esta es una forma práctica de aplicar los conceptos de responsabilidad social y sostenibilidad, desde el principio.
La digitalización es otro de los puntos importantes a tener en cuenta. ¿El motivo? Que digitalizar reduce el impacto en la huella de carbono y aumenta la productividad, sin necesidad de utilizar más recursos de los estrictamente necesarios. Los trabajos de innovación en este campo hacen ahorrar una cantidad significativa y eso, a la larga, se nota también.
Es cierto que la digitalización no siempre es posible ni en la misma magnitud. Pero sí hay algo claro: las tecnologías disruptivas, si están correctamente dimensionadas, son un camino sin retorno. No solo producirás más con menos, es que ganarás en competitividad.
Los criterios ESG engloban las áreas medioambiental, social y de gobernanza empresarial. Son una parte de losODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), pero que afectan directamente a las empresas. Revisar el cumplimiento de los mismos, y hacerlo en una memoria anual, es fundamental para validar el buen desempeño en esta área. Aquí podemos comprobar si hay un gap que se tiene que solventar y la evaluación permite localizarlos.
A veces, se hace necesario actualizar la misión, visión y valores si ha habido cambios de importancia. Es una buena idea si no desnaturaliza la razón de ser del negocio y no compromete su viabilidad. Será un cambio estratégico, pero puede ser oportuno hacerlo.
La sostenibilidad empresarial se logra incorporando la RSC en la gestión ordinaria de las empresas. Por eso, conocer distintas estrategias aporta el valor añadido necesario para alcanzar las metas que se marquen.