En los últimos años escuchamos mucho hablar de la necesidad de que las empresas sean responsables socialmente hablando, y por eso, cada vez son más las que desarrollan e implantan políticas de responsabilidad social empresarial y corporativa. De hecho, es importante aprender estos conceptos para aplicarlos a una organización industrial adecuada.
No obstante, no son solamente las empresas las que deben tener un impacto positivo, sino también las personas. Después de todo, son ellas las que conforman las distintas empresas y organizaciones.
Siendo un poco redundantes, ser una persona socialmente responsable implica tener responsabilidad social. Y para saber en qué consiste esto, es necesario tener en cuenta que, si bien hay un acuerdo común para definirlo, hay distintos puntos de vista al respecto.
En lo que todos estamos de acuerdo es en que este concepto hace referencia al compromiso con la sociedad como parte de un grupo, de una empresa o de manera individual.
Ese compromiso hace entender a quien lo adquiere que hay que adoptar medidas responsables, de forma que nuestras acciones repercutan de forma positiva en la comunidad.
Así, según lo recogido en el Libro Verde de la Unión Europea, responsabilidad social es el compromiso adquirido para dejar el mayor impacto positivo en la sociedad. La ONU lo define de forma similar, aunque añadiendo un matiz: es cómo influirán nuestros actos en la sociedad en el futuro.
Por otro lado, la norma de responsabilidad social ISO 26000 determina que es el compromiso con el entorno social, económico, laboral y medioambiente de una persona. Así esta norma establece la relación de la RSI con los siguientes aspectos:
De hecho, es la que tiene una persona socialmente responsable.
La Asociación Española para la Calidad (AEC) define este concepto como la forma de actuar de manera ética por parte del ciudadano con él mismo y con el entorno que le rodea. Es mucho más que simplemente, cumplir con la ley, ya que también se relaciona con cómo actúa en su casa, con él mismo, con la familia, los amigos o en su puesto de trabajo. En general, se trata de cómo se relaciona con la sociedad.
Es muy importante que la responsabilidad social sea individual también, es decir, cada persona decide cómo quiere comprometerse con sus congéneres.
Ser una persona socialmente responsable implica ser capaz de aceptar y de reconocer con todas sus consecuencias el compromiso con la sociedad de cada una de las personas que la forman.
También significa ser conscientes de que gracias a la experiencia, a las capacidades y las habilidades de los individuos podemos beneficiar a los otros miembros de nuestra comunidad, ya que todos usamos una serie de recursos que son comunes.
La motivación de hacerlo es facilitar la vida de los demás y que haya un mayor bienestar para todos, y, al mismo tiempo, fomentar la creación, y la participación, de una sociedad que sea más solidaria, más justa e igual para todos.
Por otro lado, una persona socialmente responsable ayuda a que todos se acepten y se conozcan, lo que es una herramienta para ser más empáticos con las personas que nos rodean.
Aquí la palabra fundamental es compromiso. La responsabilidad social individual tiene mucho de reciprocidad. Una persona que decide adquirirla es aquella que comparte sus recursos y los de la comunidad desde la empatía y la mayor seguridad de que está haciendo un bien a los demás.
Además, precisamente por ese motivo, cumple las normas cívicas y legales, ya que sabe que esto es básico para lograr el bien de toda la sociedad.
Pero la cuestión no se queda aquí: una persona socialmente responsable pone su experiencia y capacidades al servicio de los demás en los ámbitos más variados.
Cada persona podrá proporcionar una respuesta distinta a esta pregunta.
La cuestión es que aplicar la responsabilidad social individual en el día a día muestra que las personas se preocupan por ser mejores y conseguir una sociedad más igualitaria y justa para todos.
Evidentemente, la responsabilidad social de cada uno la determina la persona, pero, con el trabajo de todos es más fácil lograr el bienestar común.
La responsabilidad social individual se adopta por estar convencidos de que las acciones de uno mismo pueden beneficiar al resto de individuos de una sociedad.
Es por eso que lo primero es analizar qué consecuencias traerán los actos que se realicen, así como la forma de relacionarse con las personas que están a nuestro alrededor.