Consideramos que son matemáticas empresariales aquellas que se utilizan en el ámbito de la empresa y los negocios, ya sea para extraer datos, realizar estadísticas o calcular ratios. Y, obviamente, estas matemáticas tienen una aplicación eminentemente práctica, porque sirven para tomar decisiones.
Estudiando un Bachelor en Administración de Empresas como el de la Universitat Carlemany, esta parte es fundamental. Todas las matemáticas, en realidad, tienen una aplicación empresarial, pero existen fórmulas específicas como el interés compuesto que son de utilidad especial para el ámbito financiero. Lo mismo sucede con el uso de funciones, integrales, determinadas ecuaciones o matrices.
En definitiva, las matemáticas empresariales tienen una naturaleza eminentemente práctica, no teórica. Por eso se enseñan, junto con las matemáticas financieras, en los planes de estudios económicos. Esta base es imprescindible para los procesos de gerencia y para la toma de cualquier decisión estratégica.
Las matemáticas tienen una gran utilidad en la administración empresarial, pero también en la estrategia y en la gestión del cambio. Veamos, pues, cuál es el valor añadido (y nunca mejor dicho) que nos proporcionan las matemáticas:
Para conocer cuáles son las distintas posibilidades de estrategia empresarial, las matemáticas económicas son muy útiles. De esta forma, aventuramos escenarios A, B, C o D. Por lo general, estos cálculos permiten dibujar un árbol de decisión y, así, saber cuáles son los riesgos y las ventajas de cada alternativa.
El dilema económico es recurrente: hacer frente de la mejor manera a necesidades ilimitadas con recursos limitados. Pues bien, la simulación pretende señalar cuál sería la mejor de las posibilidades, y para eso son necesarios cálculos específicos.
Tener información de la competencia es difícil, pero analizarla correctamente, es muy necesario. Solo así, por ejemplo, es posible hacer un análisis DAFO completo y ver qué estrategias nos convienen. El análisis de la cuota de mercado de un competidor, por ejemplo, y de sus precios, nos permitirá presumir tasas de beneficio, de ahí que nos interese, y mucho, aplicar las fórmulas adecuadas.
Por otra parte, el análisis de la competencia se realiza de forma frecuente, anual como mínimo. Y, si tenemos los datos adecuados, podemos saber mucho de cómo trabajan y, así, explotar nuestras ventajas competitivas.
La evaluación correcta del riesgo es otra de las aplicaciones prácticas de las matemáticas empresariales. Cuando hablamos de riesgo, nos podemos referir a los costes de oportunidad o a las posibilidades de pérdida, igualmente importantes.
Si no se calculan correctamente los riesgos, las empresas se encuentran con problemas sobrevenidos. Y esto no solo repercute en los beneficios a corto plazo, sino, en muchos casos, en el endeudamiento y compromete la propia viabilidad del proyecto empresarial. Por eso, evaluar correctamente el riesgo es decisivo.
El riesgo cero no existe, es verdad, pero sí que se puede minimizar con información y los cálculos adecuados. Esto es, precisamente, lo que se pretende en este caso.
La optimización de costes se realiza contabilizándolos correctamente. Y, para esto, aplicar fórmulas como las del “full costing” o el “direct costing” es especialmente útil; obvio que las metodologías variarán según el caso, pero las fórmulas matemáticas ofrecen un criterio fijo y confiable. Por eso, vale la pena tenerlo presente para anticiparse y evitar gastos innecesarios en el futuro.
Recordemos que una política de gestión de costes correcta repercute en la competitividad y en las posibilidades de generar beneficios. De ahí que hacer los cálculos sea tan importante. Saber cuánto vale mantener el proyecto empresarial, un insumo o la fabricación de un producto es imprescindible.
Conocer las expectativas de beneficios en una inversión u operación es imprescindible. De esta manera, sabremos hasta qué punto rinde y si es una opción preferible, sobre todo en un ejercicio comparado. Efectivamente, la regla del 20/80 se cumple muchas veces, de ahí que, para conocer nuestro core business, el cálculo sea especialmente útil. A veces, quizás, interesa más centrarse en determinada producción de bienes y servicios desdeñando otros, precisamente para aprovechar al máximo las capacidades de la empresa.
Delimitar los beneficios nos permite, además, saber cuáles son los costes que estamos afrontando, y si estos compensan. Quizás podamos negociar mejor con los proveedores o, en cambio, implantar una nueva tecnología disruptiva. Pero, para ello, debemos contar con esos datos previos.
Las finanzas empresariales se pueden conocer mucho mejor con fórmulas matemáticas aplicadas. Por ejemplo, conociendo las ratios de apalancamiento, las amortizaciones, tasas de beneficio o pérdidas. Con toda esta información, complementada con la contabilidad, sabremos cuál es la situación real de la compañía.
La planificación financiera es otro de los elementos esenciales de la gestión empresarial. Saber cómo estamos o prever cómo vamos a estar en el futuro evita gastos excesivos y, sobre todo, problemas de financiación o pago de intereses indebidos.
Y, finalmente, en la economía empresarial, las matemáticas tienen la función de favorecer la toma de decisiones informadas. Dependiendo de la complejidad de esta decisión, se necesitarán más o menos ratios, más o menos información. Pero, en cualquier caso, con estas fórmulas es posible arrojar luz y saber, con datos empíricos, qué decisión nos interesa más.
Este no es un dato menor porque, en todo negocio, los números, es decir, las ratios económicas, son las que tienen que tener prioridad. Al final, el objetivo es maximizar el lucro; si a eso le añadimos otras variables, contaremos con la información que necesitamos.
Las matemáticas empresariales se hacen necesarias para una gestión inteligente y correcta de los recursos disponibles. Por ese motivo, tener una formación sólida en ese campo, junto con los conocimientos estratégicos, es imprescindible.
Si aspiras a liderar con datos, da el siguiente paso hacia una gestión empresarial más estratégica con la ayuda de la Universitat Carlemany.