Cuando hablamos de la teoría del liderazgo situacional, nos referimos a un modelo de liderazgo basado en una premisa: hay que adaptar el liderazgo a la situación concreta de la organización, recursos y nivel de preparación de directivos y empresarios.
El organigrama de la organización influye, y mucho, si es más vertical u horizontal, dependiendo del caso. Otro tanto sucede con los recursos humanos y materiales, a veces disponibles, otras veces escasos. Y, finalmente, el emprendedor tiene un elemento más carismático, pero también menos especializado, que el empresario.
Esta teoría se formuló durante la década de 1970 y se conoce, también, como el modelo Hersey y Blanchard. En cualquier caso, el liderazgo adaptativo es la clave para que tenga éxito. Un Bachelor en Administración de Empresas trata con detalle las teorías de liderazgo.
Los estilos de liderazgo situacional son, básicamente, cuatro: directivo, persuasivo, participativo y por delegación. Te contamos cuáles son los principales puntos de cada uno de ellos en empresas y organizaciones:
El liderazgo directivo es el más proactivo que existe. En este caso, es el líder el que toma las decisiones y realiza una acción cotidiana en las organizaciones y empresas. Está asociado al denominado liderazgo autocrático y, en cualquier caso, más propio de autónomos, PYMES y empresas familiares.
El liderazgo directo es más ejecutivo, de ahí que no sea especialmente participativo porque los líderes no quieren perder el tiempo.
Este tipo de liderazgo asume la base del liderazgo directivo, pero añadiendo un matiz: se intenta razonar y explicar los motivos de las decisiones. No se busca únicamente que se realicen las acciones, sino, también, convencer de la conveniencia de implementarlas.
El liderazgo persuasivo es, al final, una evolución para motivar a la plantilla en las tareas. Es útil porque muchas personas entienden el porqué y eso les ayuda a creer en sus funciones.
El liderazgo participativo, también denominado democrático, se basa en el feedback entre los líderes y los miembros de la plantilla. Es un liderazgo inclusivo en la filosofía. Hay, obviamente, unas pautas y objetivos a lograr, pero también se busca la implicación del personal en estas tareas.
Los liderazgos participativos funcionan bien en ambientes donde hay un personal suficientemente preparado, pero que necesita una guía práctica.
Este es un estilo de liderazgo laissez-faire, que confía en los trabajadores de las empresas. Dentro de la teoría X e Y, se considera que los empleados Y ven el trabajo como un juego y están dispuestos a asumir responsabilidades si son motivadoras. Esto no va en contra de lograr unos buenos resultados, sino que busca aprovechar lo mejor de cada miembro de la plantilla.
Para que este liderazgo funcione, la plantilla debe tener un nivel de autoorganización y madurez laboral muy alto. Este estilo de liderazgo funciona bien, por ejemplo, en perfiles de personal altamente cualificado y en el teletrabajo.
La aplicación del liderazgo situacional, para que se haga correctamente, exige unos pasos previos. Si no, no tendría mucho sentido y puede crear disfunciones. Son los siguientes:
Debes conocer qué recursos humanos tienes disponibles y las características de la plantilla. Si el personal es poco dado a la creatividad o a la proactividad, un liderazgo de delegación puede ser contraproducente. Además, el liderazgo puede modularse dependiendo de las distintas escalas de la organización.
Analizar los recursos materiales a tu alcance es igualmente relevante. No es solo una cuestión de personal, sino también de tecnologías. Los ejemplos de liderazgo situacional de delegación funcionan mejor en contextos altamente automatizados y en organizaciones por proyecto.
El análisis DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades) es otra de las partes a hacer. Primero, para analizar cómo funcionamos nosotros. Segunda, para ver cómo funciona la competencia. El tipo de liderazgo es, también, una forma de añadir o quitar valor y ver qué hacen los demás resulta muy útil. Recuerda que este análisis se puede renovar con cierta frecuencia para evitar problemas.
La estructura puede cambiarse. A veces, en la organización de empresas, hay cambios y podemos modificar cuáles son las relaciones jerárquicas. Por ejemplo, un organigrama puede evolucionar desde un modelo lineal puro a un modelo de estructura en staff para facilitar el asesoramiento o una estructura matricial, para mejorar el feedback.
¿Eso influye en el liderazgo situacional? Sí, porque una estructura matricial implica una mayor capacidad de delegación por parte de los gerentes. Esto debe comprobarse en los primeros momentos, pero también cuando hay crecimiento.
El objetivo en el liderazgo situacional puede variar dependiendo del caso y del momento. Esto es relevante, puesto que, a veces, el estilo de liderazgo tiene que variar en función de los objetivos. Por ejemplo, si lo que buscamos es motivar e implicar a nuestra plantilla, un estilo de liderazgo persuasivo es más conveniente. Asimismo, la horizontalidad es buena, así como sistemas más democráticos, cuando el trabajador está más cualificado.
Los procesos de cambio en el liderazgo obligan, a veces, a distintas fases de implementación. Establecer un cronograma para el cambio de modelo y, posteriormente, protocolos de actuación y formación, es fundamental. Cambiar la cultura empresarial y organizacional no es repentino, sino que se siguen unas fases. Finalmente, puedes comprobar cuál es el grado de cumplimiento del cambio organizacional.
El liderazgo situacional es muy interesante como teoría, permite varias posibilidades y se puede aplicar teniendo en cuenta las características de cada empresa u organización. Pero también es una herramienta práctica y muy versátil para adaptarse a diferentes realidades. Tener conocimiento de sus fundamentos, cómo funciona y cómo implementarlos puede marcar un antes y un después en la productividad, la cohesión y el compromiso de tu equipo.