La Responsabilidad Social Universitaria (RSU) es un concepto que se está implantando en los principales centros de formación superior. Ya sea en formaciones más técnicas, como la formación en ingeniería, o en titulaciones más humanísticas.
El concepto de Responsabilidad Social Universitaria se refiere a los modelos de gestión ética de los centros de Educación Superior. Esto incluye la gestión de calidad, pero también la responsabilidad con el entorno y la justicia social.
Este modelo sería el equivalente de la denominada responsabilidad social corporativa. Ahora bien, se aplica no solo en las relaciones entre el alumnado y el profesorado, sino también en los sistemas de evaluación e, incluso, en la política de compra de suministros. Se busca ir un paso por delante de lo que ordenan los organismos políticos, imprimiendo una filosofía de responsabilidad en las distintas interacciones.
En realidad, la enseñanza universitaria siempre ha tenido una función social. Lo que sucede es que estas políticas ahora se sistematizan y siguen un código fácilmente reconocible. La idea, en definitiva, es mejorar esta cuestión porque, además, la UNESCO ya indicó en 1998 la necesidad de una implicación de la Enseñanza Superior con la sociedad como un compromiso que ha de llegar a la dirección.
El concepto está en constante renovación, pero sí hay algunos elementos que forman parte de las políticas universitarias.
Los siguientes aspectos ya se tienen en cuenta en los códigos éticos de las universidades, aunque el desarrollo sea distinto. Es importante señalar que estas cuestiones trascienden lo meramente legal. Son las siguientes:
La preocupación por la justicia social se desarrolla de distintas formas y el objetivo es favorecer que los grupos sociales con menos recursos puedan tener oportunidades. Una de las maneras de fomentar esta posibilidad es la concesión de becas o subvenciones directas.
Esta política se puede aplicar, bien para estudiantes que ya están en la institución, bien para aspirantes del entorno donde está ubicada la institución. Y es relevante señalar que esta medida sirve, indistintamente, para universidades públicas y privadas.
En realidad, la responsabilidad social de las universidades empezó por esta vertiente. Solo con el desarrollo de otras inquietudes y problemas sociales se ha llegado a una perspectiva holística.
El impacto medioambiental es una de las principales preocupaciones sociales y hay un interés por reducir la huella de carbono. Las iniciativas que se han desarrollado al respecto son varias:
Las posibilidades dependen, fundamentalmente, de la filosofía de cada centro educativo.
La igualdad de género es otro de los compromisos de las universidades y, para ello, se desarrollan políticas en varias vertientes.
En primer lugar, mediante los protocolos internos contra el acoso. Este punto es hoy obligatorio, y las universidades fueron pioneras en muchos sentidos.
Por otra parte, desarrollando talleres y actividades con perspectiva de género. La concienciación es fundamental y, en este aspecto, se le da una importancia central para crear generaciones tolerantes.
Finalmente, se promueve el acceso igualitario a la docencia y a los órganos rectores de la Universidad. Para ello, se estudian los desequilibrios y se implementan medidas para corregirlos.
Los derechos LGTBI componen otro de los aspectos en los que las universidades han puesto el foco. La instrucción de dirigirse al alumnado con el pronombre que indiquen, o el lanzamiento de campañas de sensibilización, son algunas de las políticas que se están desarrollando. Además, hay un interés creciente en los planes por fomentar la visibilidad y luchar contra el bullying.
Es importante señalar que esta clase de medidas tienen que tratarse desde distintos enfoques. En consecuencia, conviene realizar un análisis global para saber cuáles son las medidas a tomar.
La inclusión pasa por garantizar el acceso y los estudios de las personas con diversidad funcional. Para ello, los centros de Educación Superior promueven una política contra las barreras arquitectónicas y protocolos específicos. El objetivo es lograr que la inclusión sea una realidad práctica cotidiana, y que la falta de movilidad no sea un obstáculo insalvable para avanzar.
Lo cierto es que la RSU, desde que se puso en la agenda en 1998, ha ganado en importancia estratégica. La mayoría de las universidades tienen en cuenta esta cuestión y establecen protocolos de seguimiento fácilmente reconocibles para toda la comunidad. Además, no hay que olvidar la presencia de los organismos reguladores que marcan la agenda a seguir.
La Responsabilidad Social Universitaria tiene que ser dirigida desde los centros rectores y cumplida por todos los estamentos de la comunidad. Hoy se exige que las instituciones educativas sean ejemplares y vayan un paso más allá de lo que obliga la ley. Esta es, pues, la razón de ser de este concepto.