Además, se trata de un bien limitado. Únicamente el 2,5% del agua del planeta es dulce, dentro de la cual el 69% se encuentra en glaciares y hielo, un 30% en aguas subterráneas, un 0,7% en el permafrost, y únicamente el 0,3% en ríos y lagos. Este último dato es la principal fuente de abastecimiento de agua para consumo humano.
Con los estudios en Ciencias Ambientales de la Universitat Carlemany, podrás conocer mejor la problemática del agua contaminada así como las estrategias necesarias para lograr revertirla.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) define el término “agua contaminada” como aquella que sufre cambios dentro de su composición hasta quedar inservible. En otras palabras, se trata de agua tóxica que no puede ser bebida ni tampoco usada para actividades fundamentales como la agricultura. Además, puede provocar más de 500.000 muertes al año en todo el planeta debido a enfermedades como la diarrea, fiebre tifoidea, disentería, el cólera o la poliomielitis.
Entre los mayores contaminantes del agua están los virus, bacterias, parásitos, pesticidas, fertilizantes, nitratos, fármacos, plásticos, fosfatos, desechos fecales o sustancias radiactivas. Uno de los problemas de muchos de estos elementos es que no alteran el aspecto del agua, por lo que es complicado determinar la contaminación a simple vista. Por ello, se realizan análisis químicos de organismos acuáticos y se analizan muestras de agua para saber cuál es su calidad.
Muchas ciudades y poblaciones, conscientes del problema del agua contaminada, han llevado a cabo medidas para reducir la contaminación del agua en sus zonas de acción. Una de ellas es el fomento del turismo sostenible, que consiste en preservar la naturaleza del lugar que se visita, no contaminar y respetar la biodiversidad.
Existen varias causas de la contaminación del agua, algunas son orgánicas, pero otras tantas son fruto de la mano del hombre. A continuación, destacamos las principales causas de este factor de crisis mundial.
Talar árboles puede suponer el agotamiento de las fuentes hídricas y la creación de residuos orgánicos que den lugar a bacterias contaminantes. Además, también aumenta la proliferación de sedimentos que terminan en el agua de los océanos y ríos, lo que afecta directamente a la calidad del agua.
Con el aumento de las temperaturas provocadas por el calentamiento global, también aumenta el índice de contaminación del agua. Esto es debido a que los ecosistemas sufren cambios y alteraciones, como es la reducción de oxígeno, que pueden transformar su composición.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que cerca del 80% de las aguas residuales existentes en el mundo llegan al mar y a los ríos sin que tengan una correcta depuración.
Estos sectores pueden verter al agua productos químicos que provocan la eutrofización del agua. Tanto los fertilizantes como otros agroquímicos empleados en la agricultura son altamente contaminantes. Estos, al entrar en contacto con la tierra se filtran por el subsuelo y terminan en las aguas destinadas al consumo humano.
Muchos de los plásticos hallados en los océanos, así como otros contaminantes como metales pesados e hidrocarburos, proceden de barcos dedicados a la pesca, petroleros, y aquellos destinados al transporte de mercancías.
Transportar y almacenar este “oro negro” puede provocar filtraciones que desemboquen en el agua. Estos problemas surgen cuando no se siguen prácticas adecuadas en su transporte y almacenamiento.
La pérdida de calidad del agua tiene efectos perjudiciales para el propio planeta, la salud y el bienestar y la economía global. Es decir, puede agudizar el problema de la pobreza y la salubridad en muchos países del mundo. Además, existen otras consecuencias que hay que tener en consideración:
Contaminación de alimentos. Pescar en aguas contaminadas o emplear aguas residuales para la agricultura o la ganadería provoca la transmisión de toxinas a los productos. Estos, a su vez, se contaminan y pueden ser perjudiciales para nuestra salud cuando los comemos.
Contaminación y destrucción de la biodiversidad. Cuando el agua está contaminada, se empobrecen los sistemas acuáticos y proliferan de forma descontrolada algas (eutrofización).
Enfermedades. La OMS estima que cerca de 2 mil millones de personas beben agua potable que está contaminada por heces y están expuestas a enfermedades como la disentería, el cólera o la hepatitis A.
Escasez de agua potable. Con el efecto de la sequía, surge el problema del agua potable. Lo que agrava más la situación de miles de millones de personas que no tienen acceso al agua no contaminada, sobre todo en zonas rurales.
Mortalidad. La ONU calcula que las enfermedades que provocan diarrea por agua contaminada y falta de higiene causan la muerte de mil niños al día alrededor del mundo.
Por último, vamos a indicar la gran importancia de la meta 6 de los ODS (Objetivos del Desarrollo Sostenible). Esta establece que es esencial dar acceso universal y equitativo de agua potable salubre y asequible. Es decir, es vital ampliar el acceso de suministros de agua a la población, de tal forma que sean gestionados de una forma segura, estén disponibles cuando se necesiten, y estén libres de contaminantes (químicos u orgánicos)
Y es que el agua contaminada y un saneamiento deficiente promueven la transmisión de enfermedades que pueden ocasionar graves problemas de salud. Por eso, la falta o insuficiencia de servicios de agua y saneamiento, representan un gran riesgo para la salud de la población mundial.
Ante la mala gestión de las aguas residuales industriales, agrícolas y urbanas, millones de personas beben agua contaminada a través de elementos orgánicos, como bacterias o parásitos, o de elementos químicos. Productos como el arsénico o los fluoruros son absorbidos por la tierra y llegan al subsuelo, donde se encuentran aguas subterráneas, que muchas veces son utilizadas para el consumo humano.
Todavía queda mucho camino por recorrer, pero se estima que en 2022, 5.600 millones de personas en el mundo se abastecían de suministros de agua para el consumo totalmente seguros, disponibles y no contaminados.
Abordando los factores de riesgo, un saneamiento correcto del agua podr ía evitar la muerte de casi 400.000 niños menores de cinco años, o que millones de personas no sufran esquistosomiasis.