Desarrollo sostenible y COVID-19 son dos conceptos que van de la mano. A lo largo de 2020, la propagación del coronavirus ha tenido consecuencias en prácticamente todos los ámbitos de la sociedad y a todos los niveles. En las Naciones Unidas (ONU) son conscientes del fuerte impacto que este virus va a tener en la Agenda 2030. La propia ONU define el Desarrollo sostenible como la satisfacción de «las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades». En este desarrollo, las energías renovables juegan un papel muy importante.
La Agenda 2030 para el Desarrollo sustenta sus bases sobre un programa muy ambicioso. Varios de los puntos que incluye tienen que ver con diversos aspectos entre los que se incluyen la desigualdad y la exclusión, la sostenibilidad o la pobreza multidimensional.
De acuerdo con los objetivos estipulados en la Agenda 2030, la década que recién comenzamos debería haber sido la Década del Desarrollo Sostenible. Pero el avance de la COVID-19 pone en riesgo la consecución de los objetivos fijados. Estas son las consecuencias de la pandemia en los objetivos de Desarrollo Sostenible.
Según apunta un informe elaborado por Goalkeepers, las pérdidas económicas a consecuencia de la COVID-19 tienen una dimensión más grande que las derivadas de la crisis económica de hace una década. Y también que, en la actualidad, se vive la peor recesión de tipo económico que ha habido después de finalizar la Segunda Guerra Mundial. Todas estas pérdidas económicas tienen un impacto en la consecución de los objetivos para el Desarrollo Sostenible.
Este año, el 2020, va a ser el primero que registre un aumento de los niveles de pobreza desde hace más de 20 años. No ocurría desde 1998. Según el informe de Goalkeepers, 71 millones de personas más tendrán que vivir en condiciones de extrema pobreza.
Una de las consecuencias de los confinamientos que se han dado a lo largo del año a causa de la COVID-19 ha sido el cierre de escuelas en todo el planeta. La enseñanza a distancia ha sido posible en países desarrollados gracias a los avances tecnológicos. Pero en los países pobres no ha sido posible el acceso al aprendizaje.
Tal y como dicta este informe, en los trabajos no remunerados como el trabajo doméstico, tienen más presencia las mujeres que los hombres. Según el informe de Goalkeepers, durante el confinamiento este tipo de tareas han crecido exponencialmente. Además, el cierre de escuelas empuja a las niñas a realizar este tipo de trabajos.
Otro de los objetivos de Desarrollo Sostenible fijados en la Agenda 2030 que se está viendo afectado por la COVID-19 es el que tiene que ver con la mejoría de la salud y el bienestar a nivel mundial. Pero, a pesar del alto índice de contagios a nivel mundial (según la OMS en octubre había ya 1 millón de muertes y 34 millones de contagios), hay más consecuencias a nivel sanitario.
Porque en muchos países se ha producido o se está produciendo un colapso sanitario causado por esta pandemia. Muchas personas dejan de acudir a sus centros médicos para someterse a revisiones a intervenciones bien por culpa de este colapso, o por miedo al contagio. Es decir, a nivel sanitario, la COVID-19 ha creado un efecto circular de consecuencias negativas.
Uno de los más graves, por ejemplo, ha sido la suspensión total o parcial de servicios de vacunación infantil durante los meses de marzo y abril de otro tipo de enfermedades. Según el informe de Goalkeepers los niveles de vacunación que se han dado en el año 2020 son los más bajos que se hayan registrado desde 1990.
Además, tal y como asegura la ONU, el retroceso y la saturación de los sistemas sanitarios arrojarán más consecuencias: incremento de la tasa de embarazo no deseados, aumento de la mortalidad materna infantil, y una peor atención de personas con cualquier tipo de enfermedad.
Antes de la llegada de la pandemia 2020 se presuponía como un año muy importante para cumplir los objetivos que se plasman en el Acuerdo de París. Es decir, este año se antojaba como fundamental para cambiar la dinámica climática. Sin embargo, la propagación de la COVID-19 ha condicionado o paralizado una gran cantidad de acciones que estaban previstas.
Según la ONU, el cumplimiento de los objetivos que se establecen en acuerdos a nivel internacional sobre la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero y otro tipo de materias medioambientales son fundamentales para que se pueda asegurar el futuro de la vida humana. Además, explican que "la respuesta colectiva a la pandemia puede servir como ejemplo previo para prepararnos en la prevención de una crisis todavía mayor: el cambio climático mundial, cuyos efectos ya se están volviendo demasiado comunes".
Además, también según la ONU, una de las herramientas que puede ayudar a paliar ese cambio climático es el uso de las energías renovables en detrimento de las energías fósiles.
Uno de los puntos más importantes que constan en los Acuerdos de Par ís tiene que ver con el descenso de las emisiones de gases de efecto invernadero. Tal y como se indica en el documento, el objetivo fijado para este año era su reducción hasta un porcentaje del 7,6%. Durante el parón de la actividad hubo un descenso de este tipo de emisiones. Sin embargo, tal y como apunta el informe de Goalkeepers, a mitad de año el nivel ya era del 6%.