El estrés es una situación de tensión física, o emocional, que aparece como respuesta ante situaciones o pensamientos que provocan que la persona se sienta frustrada, ansiosa o nerviosa. Un poco de estrés en el organismo es bueno, porque acelera la capacidad de respuesta. Pero cuando sus niveles son altos, las consecuencias son muy negativas.
En el caso concreto del estrés laboral, también conocido como burnout o síndrome del trabajador quemado, estamos ante un conjunto de reacciones de tipo emocional, fisiológicas, cognitivas y de comportamiento que se producen como consecuencia de situaciones o fenómenos ligados estrechamente con el trabajo. Por ejemplo, si la demanda de resultados exigidos a la plantilla es alta, pero el número de recursos de los que se dispone para trabajar es bajo.
Cuando la situación emocional y de ansiedad de una persona trabajadora es tal que le impide desarrollar sus responsabilidades laborales con normalidad, entonces está justificado acceder a una baja por estrés laboral.
El estrés laboral es la segunda causa más común entre las bajas laborales, y puede aparecer por muchos factores diferentes:
Sobrecarga de tareas.
Clima laboral enrarecido o deficiente.
Acoso laboral.
Percibir un salario insuficiente.
Un nivel de autoexigencia muy elevado por parte de la propia persona afectada por el estrés.
Mala comunicación interna.
Liderazgo deficiente o inexistente.
Falta de conciliación.
Estas son solo algunas de las razones que están detrás de la baja por estrés laboral, pero se podrían enumerar muchas más. Y es que la salud mental de las personas trabajadoras, y la importancia de la prevención de patologías psicológicas y emocionales, es algo que había permanecido en un segundo plano hasta hace relativamente poco tiempo. Afortunadamente, cada vez hay más empresas que empiezan a tomar medidas para lograr el bienestar psicológico de sus plantillas.
El primer paso es acudir al médico de cabecera para que el profesional evalúe la situación. Algunos de los síntomas que le alertarán de que puedes estar padeciendo un problema de estrés laboral son los siguientes: que tengas alteraciones en el sueño (que padezcas insomnio o, por el contrario, duermas demasiado), o que sientas fatiga y cansancio físico de forma habitual (aunque no hayas incrementado tu ritmo de actividad). También, una sensación constante de falta de energía, dificultad para concentrarte, tristeza e irritabilidad.
En algunos casos, el médico de cabecera diagnostica directamente un episodio de ansiedad laboral, o incluso de depresión, y concede directamente la baja. Pero, en otros, prefiere que el paciente sea visto por un especialista, ya sea un psicólogo o un psiquiatra.
Si el personal médico determina que estás en una situación emocional y psicológica que te impide trabajar, te dará la baja. No obstante, demostrar que la causa única del malestar es la situación en el trabajo, resulta muy complicado; por eso, este tipo de bajas suelen considerarse una contingencia común y no una profesional.
Esto es algo muy importante, porque para acogerte a una baja por contingencia común debes tener cotizados un mínimo de 180 días en los cinco años anteriores a la fecha de la incapacidad temporal. Además, los cuatro primeros días que estés sin trabajar no cobrarás nada, a partir del cuarto día cobras el 60% y, a partir del día 21, el 75% de tu base reguladora.
En cambio, si tu baja es reconocida como contingencia profesional, no se te exige ningún tiempo previo de cotización para acceder a la prestación, y cobras el 75% de la base reguladora desde el primer día de baja hasta el último.
Si han calificado tu baja por estrés laboral como una baja por contingencias comunes, lo que puedes hacer es iniciar ante el INSS (Instituto Nacional de la Seguridad Social) un procedimiento de determinación de contingencias. En caso de que tu reclamación administrativa no sea atendida, todavía te queda la opción de acudir a los tribunales.
Todas las situaciones de incapacidad permanente tienen un límite, y es el mismo para todos los casos, sin importar la enfermedad que se padezca o si estamos ante una contingencia común o profesional.
El tiempo máximo de duración de una baja por estrés laboral es de 12 meses. Agotado ese tiempo, el médico de cabecera puede prorrogar la situación seis meses más si prevé que dentro de ese lapso temporal se producirá la curación de la persona enferma.
En su caso, lo habitual es combinar un tratamiento farmacológico con sesiones de terapia con un especialista, que te ayude a tratar los episodios de estrés y ansiedad.
Si agotado el tiempo máximo de incapacidad temporal de 18 meses (12 meses iniciales más los seis meses extra a los que hacíamos referencia antes) la situación del paciente no ha mejorado, la única alternativa es iniciar un procedimiento de incapacidad permanente.
Acceder a una incapacidad permanente total para el ejercicio de una determinada profesión por estrés laboral, solo está justificado en aquellos casos en los que, por razón del trabajo ejercido, ese estrés pueda suponer un riesgo para terceros o bien, si es un empleo con un alto nivel de estrés. Por ejemplo, en el caso de un policía o un guardia civil.
La incapacidad permanente absoluta para cualquier tipo de empleo es todavía más complicada de obtener en estos casos. Y es que implica que el estrés ha generado graves problemas a la persona afectada; de esta manera, ya no puede ni realizar las tareas habituales del día a día.
Afortunadamente, en la mayoría de los casos no hay que llegar a estos extremos. Tras una baja laboral por estrés, y con el tratamiento adecuado, la persona suele estar lista para volver a su empleo en óptimas condiciones. No obstante, el elevado número de incapacidades temporales que se producen por este problema demuestra que estamos hablando de algo preocupante. Por ello, no hay que tomarse el estrés a la ligera. Un truco sencillo para tener menos estrés en tu carrera profesional, es dedicarte a algo que realmente te guste. Algo que te resultará más fácil si te formas con alguno de los programas que te ofrecemos en la Universitat Carlemany.